El suyo no era un oficio fácil. Tenía muy poco contacto con otros seres humanos. Su horario laboral era amplio, aunque solía empezar por las tardes. Su clientela agradecía el descanso.Recibía numerosas llamadas telefónicas. Disponía de un contestador automático, y a eso de las diez y media de la noche iniciaba su actividad. Ofrecía sus servicios al soñador, a cualquier tipo de ciudadano. Trabajaba fundamentalmente con pesadillas. En concreto con las recurrentes.
Las soñaba a cambio de un módico precio.
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